miércoles, 5 de diciembre de 2007

Uno de tantos sábados.

Después de los problemas en la oficina el sábado de hace dos semanas se me ocurrió ir a caminar al centro, comenzando por el zócalo me fui caminando hacia pino Suárez y aquí di la vuelta hacia la merced y conforme voy avanzando encuentro una aquí, otra haya, otro grupo del otro lado de la calle y poco a poco voy olvidándome de los problemas al ver prostituta, puestos de ropa y películas pornográficas. Mis pasos me llevaron al callejón de Santo tomas, estuve unos momentos viendo la mercancía y me retire para seguir caminando.

Involuntariamente voy cambiando mis angustias, desamor y frustración por la idea de acostarme con una ¡prostituta o no, es igual! solo me hace falta tocar una mujer, estar con ella en la intimidad. Y no se porque viene a mi mente Nicolás, un almacenista de 33 años que me asignaron en mi primer trabajo, el se acababa de divorciar y me preguntaba: “si no tenia una amiga que quisiera tener sexo con el”. Entonces no lo comprendía, no sentía esa urgencia de estar con una mujer, supongo que la masturbación me era suficiente o será que apenas había conocido una o dos. Después de una semana de estar fastidiando con su necesidad de una mujer, Nico llego al trabajo muy feliz, relajado, sin ganas de trabajar como era su costumbre, pero feliz. Y me platico que se había acostado con una amiga que se encontró en el camión. Sinceramente me pareció tonto, ¿de verdad no puede estar sin sexo una temporada? ¿Es realmente algo indispensable?

Casi son las siete de la noche y después de vagar sin rumbo, tomo una decisión: “voy a cogerme una prostituta”. Comienzo a caminar por circunvalación buscando una a mi gusto, pero todas son muy grandes de edad. Regreso sobre mis pasos al callejón de santo tomas… no porque sean muy bonitas, sino porque son jóvenes y amables, además que ya en otras ocasiones he estado ahí y me es familiar. Escojo a la morena delgada y pasamos a los cubiles; negocio media hora, nos desnudamos y me deja acariciarla a voluntad, me acomoda un condón y comienza con un francés para pasar a la penetración en varias posiciones. La verdad es que aproveche al máximo mi media hora.

De regreso a casa, como era de esperarse estoy muy relajado; mis problemas han perdido importancia, el trabajo me vale queso y esa chica de la creí estar enamorado… ya no me parece tan especial. La verdad es que mi percepción del sexo ha cambiado con la edad, el sexo es sexo y no tiene nada que ver con el amor, pero la falta de sexo puede disfrazarse de enamoramiento. Así que puedo vivir sin amor, pero no puedo vivir sin sexo, aunque sea esporádico (porque sale caro). Ahora si entiendo a Nicolás…

No hay comentarios: